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10 criterios para mejorar la convivencia en el aula

Se trata de un libro que en pocas páginas y a través de consejos y sugerencias sacadas de la práctica docente, quiere fomentar la convivencia en el aula. El desarrollo de las actividades de aprendizaje requiere un entorno de sosiego y, para asegurar una calma laboriosa, el profesor debe conocer y practicar habilidades de gestión de la convivencia. 

Autor Jesús María Nieto
Editorial San Pablo
ISBN 9788490231272
92 páginas
Precio 6 euros

El Espíritu da vida Jn 6,60-69 (TOB21-15)

“Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros!” Es conmovedor este grito de los dirigentes de Israel. Según el libro de los Jueces, Josué reunió a las tribus de Israel y les planteó el dilema mas importante de su historia: la elección de un Dios, y en consecuencia el tipo de cultura que pretendían adoptar (Jos 24, 1-18).
Servir a los dioses a los que habían adorado sus padres en Ur de Caldea o adorar a los dioses de los cananeos que habían encontrado en la tierra prometida.  Esa era la cuestión. Había que situarse entre la memoria de un pasado remoto y la difícil convivencia que ya se presentía para el futuro. 
Pero Josué era el único que había vivido en Egipto, había sido fiel a Moisés, y con Caleb había explorado la tierra prometida y ofrecido esperanzas a su pueblo. Él había pasado el Mar Rojo y había atravesado el Jordán. Era un testigo de la alianza y de la fidelidad de Dios. Y por eso dio su testimonio: “ Yo y mi casa serviremos al Señor”.  
Esa firmeza del jefe y la memoria de la liberacion obrada por Dios son los grandes motivos que  llevan al pueblo a formular su propia confesión de fe: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios… También nosotros serviremos al Señor”.

EL PAN Y LA ENTREGA

También en el evangelio que hoy se proclama, se evoca una tensión y una seria interpelación (Jn 6, 60-69). En el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, que sigue a la distribución de los panes y de los peces, Jesús  ha escandalizado a “muchos” de sus discípulos. No pueden aceptar la idea  de “comer la carne” del Hijo del hombre y “beber su sangre”, para tener vida verdadera.
• El texto incluye una enseñanza de Jesús sobre el fundamento último de la fe: “El espíritu es quien da vida, la carne no sirve de nada”. Pero las palabras de Jesús son espíritu y vida. Quien se aleja de Jesús es que no ha acogido de verdad esas palabras de vida. Esa era, es y será siempre la tentación de los discípulos de Jesús.
• Nos impresiona la nota que añade el evangelista: “Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar”. La frase que sigue tiene una clara conexión con lo anterior: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Creer en Jesús e ir a Él se identifican. Las dos decisiones son imposibles para el hombre si no cuenta con la gracia del Padre.
• Quien no cree y no va a Jesús termina alejándose de él. No olvidemos que no son los jefes de los judíos quienes lo abandona. Son sus propios discípulos quienes se echan atrás y no vuelven a ir con el Maestro, aunque Él los ha alimentado con el pan y les ha explicado el sentido y el alcance de su entrega.

LA ALEGRÍA Y LA VIDA

Ante la deserción de “muchos discípulos”, Jesús pregunta directamente a los doce apóstoles que Él ha elegido personalmente: “¿También vosotros queréis marcharos?” Esa interpelación tiene una dramática actualidad también en nuestros tiempos. Una vez más, la respuesta de Pedro representa a toda la Iglesia.
• “Señor, ¿a quién vamos a acudir?” Muchos cristianos piensan que por el hecho de creer están haciendo un gran favor a Dios. No se dan cuenta de que en nada ni en nadie podrán hallar refugio y ayuda si no es en el Señor.
• “Tú tienes palabras de vida eterna”. Para el cristiano las palabras de Jesús son fuente de vida. Como ha escrito el Papa Francico, “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.
• “Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios”. Los cristianos hemos de estar dispuestos a repetir esta confesión de fe en Jesucristo. Ese es nuestro testimonio. La fe sólo se conserva cuando se anuncia y se comparte.

Las bienaventuranzas del educador

El autor del libro está convencido de que las Bienaventuranzas pueden constituir un horizonte y una dirección también para la misión educativa ya que las Bienaventuranzas son la gran "Carta Constitucional" del Cristianismo: hablan de una ya ahora feliz, que es crecimiento humano en plenitud, y de un todavía no, que será don de Dios. 

Autor Pier Giordano Cabra
Editorial San Pablo
ISBN 9788490231685
124 páginas
Precio 15 euros

Carne y Sangre Jn 6,51-58 (TOB20-15)

“Venid a comer mi pan y a beber mi vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”. Esta invitación y esas exhortaciones se ponen en la boca de la Sabiduría, que ha preparado un banquete y ha puesto la mesa para todos (Sap 9, 1-6). 
En su exhortación apostólica  “El sacramento del amor”, el papa Benedicto XVI   ha presentado la Eucaristía  como el sacramento de la verdad, en cuanto que “Cristo se convierte para nosotros en alimento de la Verdad” (SC 2). 
 Hemos de reconocer que, en un mundo movido por la mentira, como ha escrito J. F. Revel,   el ser humano se siente desorientado. Ahora bien, el Papa dice que  “Jesús nos enseña en el sacramento de la Eucaristía la verdad del amor, que es la esencia misma de Dios. Ésta es la verdad evangélica que interesa a cada hombre y a todo el hombre” (SC 2). 

TENER VIDA

En el evangelio que hoy se proclama, continúa el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm (Jn 6, 51-58). Con un realismo que escandalizó a sus oyentes, Jesús advierte a los judíos: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”.
La imagen es fuerte y subraya la necesaria asunción del mensaje, la vida y el espíritu de Cristo. Como han escrito los hermanos de la Comunidad de Bose, “en la Eucaristía, el cuerpo de Cristo viene al creyente no a través de un contacto exterior o efímero, sino en el modo más íntimo y duradero posible: la asimilación de un alimento”.
El comer refleja al hombre en su ser necesitado, en su relación con la tierra y en su relación con los demás. La comida expresa nuestra condición corpórea y caduca. Somos seres indigentes. Necesitamos comer y beber para no morir. Pero la entrega de Cristo como alimento y bebida da consistencia a nuestra vida y preanuncia la plenitud de esa vida.
Con razón escribe el mismo papa Benedicto XVI: “Todo hombre, para poder caminar en la dirección correcta, necesita ser orientado hacia la meta final. Esta meta última, en realidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del pecado y de la muerte, que se nos hace presente de modo especial en la celebración eucarística” (SC 30).

HABITAR

Todavía antes de terminar el texto evangélico se nos ofrece otra frase inolvidable del mismo discurso de Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre  habita en mí y yo en él”.
• Habitar en Cristo significa poner nuestra morada en el hogar y en la misión que le caracterizan. Eso exige participar de sus sentimientos y de sus proyectos, de su obediencia al Padre y de su amor a los hombres.
• Reconocer que Cristo habita en nosotros significa acoger su presencia en nuestra vida. Y  exige despojarnos de nuestros prejuicios y egoísmos y permitir que él tome el timón para orientar nuestra navegación por el mar de la vida.
• La participación en la liturgia eucarística es un signo de esta mutua inhabitación. Como afirma también Benedicto XVI, “participar en la acción litúrgica, comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo quiere decir, al mismo tiempo, hacer cada vez más íntima y profunda la propia pertenencia a Él, que murió por nosotros” (SC 76).

La familia, papel ayer y hoy

Este libro responde a una prgunta fundamental que todo el mundo se plantea hoy día: la familia, ¿es una institución del pasado que podemos modificar según nuestros sentimientos y mociones afectivas, o es una realidad que tiene una forma propia, respecto a la que se mide el carácter más o menos humanizante de la sociedad? 

Autor Donati Pierpaolo
Editorial Biblioteca de Autores Cristianos
ISBN  9788422016397
328 páginas
Precio 16,50 euros

Humor (de Alejandro)


La fe y la vida Jn 6,41-51 (TOB19-15)

“Levántate, come, que el camino es superior a tus fuerzas”. Con esas palabras el ángel del Señor trata de levantar el ánimo a Elías. El profeta huía de la amenaza real que se cernía sobre él. Había caminado ya durante una jornada por el desierto y se sentía tan desalentado y temeroso que se deseaba la muerte.
Animado por aquella voz que lo despertaba una y otra vez, “se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios” (1 Re 19,4-8).
 Esa es también nuestra historia, reflejada por tantos elementos simbólicos, como el acecho del mal, la soledad del desierto, los cuarenta días que reflejan la plenitud de la existencia, el ángel que evidencia la presencia misericordiosa de Dios, el monte santo en el que Moisés ha recibido la Ley del Señor, el anuncio de la justicia que se ha confiado al profeta. Y, en el centro, el pan para el camino que lleva al encuentro con Dios. El pan de la vida.

LA CUESTION DE DIOS

El evangelio de hoy nos sitúa de nuevo en el contexto del pan y los peces repartidos y compartidos por la multitud que sigue a Jesús (Jn 6, 41-51). En la sinagoga de Cafarnaúm, el Maestro ha dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”.  Pero los judíos critican esas palabras. Creen conocer a Jesús y a su familia. ¿Cómo se atreve a afirmar que ha  bajado del cielo? Pero a ellos y a nosotros Jesús nos propone los dones de la fe y de la vida.
• “No critiquéis”. También los hebreos habían murmurado de Dios en el desierto. Dios escuchó sus murmuraciones y respondió con el envío de las codornices y el regalo del maná. A las murmuraciones actuales, Dios responde enviándonos el pan de su Hijo.
• “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me ha enviado”.  Dios está en el origen de la fe. Para aceptar a Jesús hay que abrirse a la fe y a la sospecha de una paternidad insospechada y reconocer que Dios nos ha enviado a Jesús.
• “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí”. La herencia de la tierra prometida estaba condicionada a la escucha de la voz del Señor (Dt 15,5). También ahora, la escucha de la voz del Padre nos llevará a descubrir al Mesías.

 LA CUESTIÓN DE LA VIDA

Y junto al don de la fe en el Padre, Jesús expone en su discurso el don de la vida. Los dos están íntimamente unidos por el don del pan, que nos alimenta como al profeta Elías,  mientras vamos de camino. Así lo dice Jesús: 
• “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.  Su bajada fue un anonadamiento. Para él, bajar equivale a entregarse. Jesús ha bajado para encontrarse con nosotros, para revelarnos el amor del Padre y para facilitarnos el camino.   
• “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Jesús nos da la vida descendiendo y entregándose. Comer es hacer nuestra su vida y su presencia. Su palabra y su eucaristía alimentan nuestra vida y le abren un horizonte de eternidad.
• “Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Desde los tiempos de las primeras persecuciones nos acusaron de comer la carne de Cristo. Pero bien sabemos que su inmolación es fuente de salvación no solo para nosotros sino también para todo el mundo.

Encuentros con Jesús

La autora da la palabra a los testigos que han conocido y seguido a Jesús. Para algunos de ellos supuso una experiencia novedosa, sorprendente e imborrable. Para otros, un motivo de escándalo o de decepción. Pero lo cierto es que nadie quedó indiferente ante la escucha del mensaje o la relación íntima con Jesús de Nazaret.

Autora: Thérèse Néel
Ediciones Paulinas
ISBN 9788415022046
152 páginas
Precio 14 euros

Pan y vida Jn 6,41-51 (TOB19-15)


La necesidad y el deseo Jn 6,24-35 (TOB18-15)

“Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no”. Así habla Dios a Moisés, cuando los israelitas se lamentan y añoran los alimentos de que disfrutaban en Egipto. Prefieren la esclavitud del pasado a la libertad que se les ofrece en esperanza.
Pero Dios no abandona al Pueblo que ha elegido, por mucho que éste trate de falsificar el sentido del camino del éxodo. Dios es fiel a su proyecto de liberación. Las bandadas de codornices y el maná que aparece cada mañana como el rocío en el desierto son el signo de su providencia. 
Dios es Dios, aunque los hombres no sepamos interpretar las señales de su presencia y nos preguntemos cada día como aquel pueblo: “¿Qué es esto?” También a nosotros se dirigen las palabras de Moisés: “Es el pan  que el Señor os da de comer” (Ex 16,2-4.12-15).

LOS CONTRASTES

El evangelio de hoy recuerda que las gentes alimentadas por Jesús le buscan y le siguen, por todas partes (Jn 6,24-35). Pero Jesús no sólo observa los hechos, sino que conoce las intenciones de las gentes. El texto se articula al menos en tres  contraposiciones:
• “Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. La búsqueda es una categoría importante en el camino de la fe. Pero exige buscar más al Donante que a sus propios dones. Si la búsqueda de Dios es interesada, es que nos hemos colocado a nosotros mismos en el puesto de Dios.
• “Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura”. En la vida es importante satisfacer nuestras necesidades inmediatas. Pero sería una pena que el presente nos impidiera mirar al futuro. Nuestras necesidades temporales no pueden ahogar nuestros deseos de lo eterno.
• “No fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo”.  En nuestro camino hay que reconocer y agradecer el servicio que nos prestan los que nos ayudan a caminar. Pero los mensajeros no podrán hacernos olvidar al Dios y Padre de las misericordias.

 HAMBRE Y SED

“¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?”. Así preguntan las gentes a Jesús. Pero Jesús afirma que no importa realizar muchas obras sino una sola: creer en el que Dios ha enviado. La fe es mi propia responsabilidad, mi búsqueda y mi programa. Mi tarea diaria. Precisamente ahí se sitúa la revelación de Jesús: 
• “Yo soy el pan de vida”. Ante la Samaritana, Jesús había afirmado que podía dar  el agua que salta hasta la vida eterna. Ahora se presenta como el pan de la vida. Las imágenes son expresivas para orientar nuestros deseos más profundos. 
• “El que viene a mí no pasará hambre”.  Tan peligroso es morir de hambre como tratar de satisfacerla con alimentos impropios de nuestra dignidad. Sólo el Señor puede saciar nuestra hambre de verdad, de bondad y de belleza.
• “Y el que cree en mí no pasará nunca sed”. El que se ofrecía a calmar la sed junto al pozo de Jacob, morirá en la cruz confesando su propia sed. Pero a él nos dirigimos como la cierva que busca las corrientes de agua.